Economía

Causalidad y desigualdad

Ni imaginar podéis hasta dónde me tiene lo gratuitamente con que muchos dan por hecha una relación causal entre desigualdad (economómica) y cualquier miasma social.

Yo creo que es que pocos leen cosas como estas (muy recomendable). Y sobre todo porque sale gratis mencionar el nombre de la sacrosantísima causalidad en vano. Con el peligro de que tal vez queramos invertir recursos en remediar el problema raíz y nos demos cuenta al conseguirlo de que, oh, no lo era realmente.

El día del oxímoron

Han aparecido dos artículos publicados en prensa hoy, en el mismo día:

Tengo más comentarios que hacer que tiempo para escribirlos, así que dejo que cada cual saque su propia conclusión.

Hay algo podrido en la microeconomía normativa

Para el normativista (economista o no), lo importante no es cómo son las cosas sino cómo deberían ser.

En Temporalidad: ¿buenas intenciones con malos resultados? viene a decirse que:

  • La temporalidad laboral es intrínsecamente perversa.
  • Que hay que desincentivarla de alguna manera (p.e., encareciendo los contratos temporales mediante penalizaciones fiscales)

Normativismo at its best. Yo no sé cómo son las cosas. De hecho, siempre espero que gente como los autores del artículo me las expliquen, que describan antes de identificar problemas y proponer soluciones. Pero aun sin saber cómo son las cosas, sé cómo son mis cosas.

Homo politicus < IQ < homo economicus

Lo del homo economicus ya no está de moda. Ahora pega más fuerte lo del homo politicus (y otros homos caracterizados por actuar como quien no completó el bachillerato con aprovechamiento).

No obstante, parece no todos los homos son iguales: unos se parecen más al economicus; otros, al politicus. Y ahora parece que el coeficiente intelectual tendría algo que ver con eso.

Nota: encuentro ridículas las críticas a la economía (particularmente, a :qla microeconomía) basadas en su acreditada incapacidad para predecir el comportamiento humano por su tendencia a alejarse del esperado en un homo economicus. No, no va de eso. No va de predecir el comportamiento humano. Para eso ya tenemos otras disciplinas ad hoc. Va de cómo un agente racional descubre en otro que lo es menos un imbécil al que separarlo de su dinero.

Un acto fallido: la pregunta sigue, pues, abierta

Jot Down es una publicación recomendable. Aunque frecuentemente peque de a lo que tienden las publicaciones de letras (en el sentido menos amable del término): que prime el escribir bonito sobre la sustancia, el argumento y su coherencia.

El artículo que motiva este se anuncia como Especulación inmobiliaria, tradición centenaria y recoge tres episodios (¿anécdota? ¿categoría?) bien conocidos pero florida y amenamente descritos:

  • El del duque de Lerma a principios del XVII.
  • El del marqués de Salamanca, en el XIX.
  • El que se deriva de la ley del suelo de 1998.

Se habla abundantemente de los aspectos negativos de los tres (recuérdese: de letras). Al tratar el último, el más interesante en términos efectivos, se arrima pero no llega a plantear (y, por supuesto, tratar de dar respuesta a) la pregunta más obvia. Es algo así como si en una película de intriga, en los últimos minutos, tras la escalada de la tensión, en lugar de resolver el misterio e identificar y detener al asesino, cambiase súbitamente el género y una horda de zombis se comiese el cerebro de todos los implicados.

¿Inmigración cualificada en España? Pues va a ser que no

Hace unos años, una empresa Suiza se puso en contacto conmigo, nos gustamos mutuamente y allá que me fui a teclear como empleado suyo. Pero supongamos que una empresa española se pone en contacto con un estadístico de Senegal, se gustan mutuamente y se lo quiere traer. ¿Puede?

NO, NO, NO, no puede. No le dejan.

Porque para que el estadístico senegalés pueda trabajar, por ejemplo, en Albacete, hace falta que la profesión de estadístico aparezca en el Catálogo de Ocupaciones de Difícil Cobertura de Albacete. Si no aparece en la lista, solo pueden contratarse estadísticos comunitarios (o suizos).

Sentido de la proporción

Es el segundo de los síntomas de naïveté económica discutidos aquí. Que, por supuesto, no se circunscribe a discusiones de naturaleza económica. Recomendadísimo.

¿Qué hay de malo en gorronear investigación básica?

El artículo Endogenous Technological Change de Paul Romer (nóbel de economia de este año) ofrece algunas pistas sobre la relación entre investigación (o I+D o como quiera llamarse) y desarrollo económico. En él se lee (con mi subrayado):

Rivalry and excludability are closely linked because most rival goods are excludable. (A parking space in a shopping center parking lot is an example of a good that is effectively nonexcludable because the cost of enforcing excludability is too high relative to the value of the good.) The interesting case for growth theory is the set of goods that are nonrival yet excludable. The third premise cited in the Introduction implies that technology is a nonrival input. The second premise implies that technological change takes place because of the actions of self-interested individuals, so improvements in the technology must confer benefits that are at least partially excludable. The first premise therefore implies that growth is driven fundamentally by the accumulation of a partially excludable, nonrival input.

Guasa tiene que habiendo tanto economista por ahí tenga yo que escribir esta cosa hoy

Tiene que ver mi entrada de hoy con Why did Big Data fail Clinton?, que trata de lo que el título indica: toda la tontería que se ha escrito de Cambridge Analytica. Enlazo todo lo demás, por otro lado, con el nóbel de economía de 2016 (Hart y otro).

¿Por qué? De acuerdo con lo que muchos han escrito, una empresa de siete friquis en el Reino Unido con acceso a los likes de 50000 donnadies y poco más tienen poder para quitar y poner reyes con unos cuantos clicks. Poco menos que en sus manos está el hacer periclitar, si no occidente entero, al menos, sí sus democracias. (Que es un relato sumamente interesado: ¿cómo justificar, si no, todo el tinglado de la GDPR?)

Liberalismo: los axiomas y sus corolarios

Una malhadada fisura en la rótula me ha tenido boca arriba más horas de las habituales durante el último mes. Por evitar el aburrimiento, no me ha quedado otra que interponer una tableta entre cara y techo de la que leer más o menos desordenadamente. Uno de los volúmenes que ha devorado mi sobrevenida afición por la lectura ha sido Liberalismo, de von Mises.

[Llegado a este punto, me ha dado la sensación de tener que justificar por qué he leído ese y no otro libro. Pero también he sentido que debía hacerlo como si me hubiesen visto apropiándome de unas cremas en un supermercado o saliendo de un lupanar. Así que he optado por no hacerlo, decir que lo he leído porque me ha dado la gana y mandar a quien le parezca mal a freír churros.]