Por un IRPF ergonómico

Sé que es un ejercicio vano. Pero lo hago igualmente.

Completar una declaración del IRPF es un ejercicio extenuante y, sobre todo, aburridísimo. Y menos mal que ahora existe el programa PADRE que lo automatiza. (Eso sí, señores programadores de la Agencia Tributaria: ¿podían no utilizar el color amarillo de fondo? Tras unas cuantas horas de casilla en casilla se me acomoda la retina de tal manera que se me alteran los cromatismos y lo veo todo la mar de sicodélico).

Aparte de la del color, tengo otra propuesta que, quiero avisar de antemano, es ideológicamente neutra y tiene que ver únicamente con esas externalidades negativas que produce el impuesto en la forma de millones de horas de trabajo echadas a perder que serían fácilmente recuperables por el cuerpo social.

En primer lugar, en lugar de una ley anual para el impuesto, habría que redactar una perpetua, revisable solo cada 10 o 20 años, en la que no apareciese ninguna cifra, que fuese perfectamente paralelizable. Esta ley podría escribirse, por ejemplo, en Java o en Python. Esta ley recogería los aspectos formales y de procedimiento del impuesto.

En segundo lugar, cada año el gobierno propondría una ley anual que tendría la forma de un fichero de parámetros (con extensión .ini o .xml, por ejemplo) que, combinado con la ley anterior permitiese a los ciudadanos no sólo calcular su impuesto, sino comparar los resultados con los de años anteriores, etc. Este fichero de parámetros podría discutirse en el parlamento y los distintos grupos políticos podrían discutir la conveniencia de que un determinado parámetro tuviese el valor de 6,74 o de 5,37, por ejemplo, mediante enmiendas parciales. O enviar una enmienda a la totalidad (también un fichero de configuración) que permitiese igualmente a los ciudadanos realizar comparaciones entre las propuestas de unos y otros grupos politicos.

Nota: A veces voy más allá y pienso que debería cambiarse el Título I de la Constitución, el que recoge los derechos y deberes fundamentales, para que añada el de la simplicidad y ergonomía del entramado legal que de aquella emanan: menos derecho romano y más Euclides.