El calendario chino como determinante en el sexo de los hijos

No a la hora en la que escribo esto pero, probablemente y por lo que me han dicho, sí a la hora en la que se publique esto, aparecerá en la revista Buena Vida de El País un artículo en el que se me menciona como experto y que se refiere a lo que encabeza esta entrada.

Por si las necesarias ediciones y por su valor intrínseco, reproduzco aquí (casi) íntegro el correo que he enviado a la autora:

Si quieres, hablamos. Pero antes te resumo:

La estadística no justifica nada. La estadística mide efectos. Las distintas ciencias proponen modelos (p.e., que si pasa esto o aquello, la probabilidad de que nazca un niño es más alta; o que si sube el salario mínimo sube también el desempleo; o que…). La estadística mide el efecto a partir de datos.

Generalmente, existe un mínimo de plausibilidad a la hora de proponer esos modelos: como poco, una presunta relación causal.

En este caso, no está para nada clara la relación causal (¿edad lunar? ¿posición de la luna?), etc.

Aun así, se han realizado experimentos (son triviales para quienes tienen acceso a fechas exactas de nacimientos de madres e hijos), como este, en que no se ha encontrado efecto alguno. Y fíjate que usa una población de 3 millones de sujetos, algo que raramente se ve.

Revisando por encima otros estudios comparativos observo, además, que existen contradicciones entre distintos métodos alternativos a la hora de predecir el sexo del bebé. Lo cual debería ser motivo adicional de escepticismo.

Más en general, existe una literatura extensa sobre factores que pueden influir en el sexo de los niños. En este artículo se citan algunos. Las posibles factores que modifiquen la probabilidad de que el recién nacido sea niño son:

  • Potencialmente muchas.
  • Todas ellas con un efecto muy, muy pequeño (si alguno).
  • Se suman (frecuentemente cancelándose mutuamente).

Aún no ha salido el artículo. Mañana, si lo ubico, actualizo la entrada.

[Edición posterior: el artículo puede leerse aquí.]