Participé el otro día en una cena con gente friqui. Constaté con cierto desasosiego cómo han virado los sujetos pasivos de nuestra indignación profesional a lo largo de los años.
Antaño, fueron los viejos que seguían apegados a la paleoinformática. Hogaño, los primíparos que usan Python y desdeñan R.
Tengo sentimientos encontrados y no sé qué más añadir.
Uhmnn. A saber que nos deparará el futuro y que herramientas usaremos o si seguiremos usando algo.
Evolutivamente, estamos programados para hacer «piña»; así que lo hacemos en torno a cualquier cosa, y de ahí vienen los forofismos. Es complicado hacer un grupo de «estoy abierto a usar lo que me venga bien dado un problema», porque no le puedes poner ni nombre ni logo, ni tienes «enemigo» al que contraponerte.
A mí ya solamente me cabrea la gente que no quiere aprender nada fuera de lo que usan a diario.
Pero esto, que en teoría es positivo comparado con tus antaños y tus hogaños, resulta en que trabajo con un 90% de gente así.