Mahoma, su proverbial montaña y la Wikipedia

El azar (¡y la suerte también!) me ha llevado a lo largo de estas semanas pasadas a departir con miembros de un gremio con el que apenas he tenido relación en años, el de los docentes: he tenido la suerte de compartir mesas y sobremesas con profesores tanto de bachillerato como de universidad.

Y no creo que por azar sea el hecho de que todos ellos, de manera independiente, hayan valorado negativamente un fenómeno que en mi época, pre-internet, no era siquiera imaginable: que los alumnos acuden a la Wikipedia —también a otras fuentes electrónicas, pero, en particular, la Wikipedia— para instruirse (digámoslo así) sobre temas académicos. Aparentemente, los estudiantes de hoy en día encuentran más accesible la información en ella que en bibliotecas, anaqueles y muy probablemente, los recursos que los docentes encomiablemente cuelgan (con manifiesto despilfarro de recursos dada la fragmentación de las iniciativas independientes) en sus intranets robinsonianas.

No esperes que vengan: sal tú por ellos

Leí hace unas semanas Wikinomics. Este libro critica, entre otros muchos atavismos, la pertinaz manía de empresas e instituciones de tratar de forzar a clientes, usuarios y empleados a usar sus propios (de los primeros, no lo segundos) canales de comunicación. Porque si tus empleados ya están comunicándose y colaborando a través del chat de Gmail (o Skype, para el caso), ¿para qué implantar un sistema de mensajería adicional? Si tus clientes están en Facebook o ven Telecinco, ¿por qué no anunciarte ahí tú también? Si tus usuarios buscan información sobre tu organización en Google, ¿qué motivo hay para esconderla en una intranet opaca?

Idéntica reflexión encierra (aunque de manera mucho más puntual y trangencial) el por lo demás desafortunado libro Googled: the end of the world as we know it (que leí entre Sydney y Singapur tras adquirirlo a áureo precio por deshacerme de mis últimos y sobrevalorados dólares australianos).

A los autores de ambos libros bien les habría servido la evidencia de la realidad docente española para ilustrar su argumento: tenemos enseñantes colocando diligentemente información en A y enseñados buscándola sistemáticamente en B. Además,  los primeros desdeñan B y alegan, no sin cierto fundamento, que contiene información muy cuestionable. Etc.

Y yo me pregunto: ¿no deberían acudir en masa a donde están sus alumnos —a la Wikipedia— a ordenar, enriquecer y adecentar la información que contiene? ¿No obtendrían así mayores réditos?

Coda

He planteado esta pregunta en toda su rotunda ingenuidad a más de un docente. Y todos justifican la inviabilidad de una respuesta afirmativa. Deduzco de sus razones que tanto la pregunta como yo, somos, en efecto, irremisiblemente ingenuos.