Creo que necesitamos un neologismo para la versión pobre de solucionar

Mis colegas tecnólogos son casi todos víctimas de una confusión del pensamiento que se ha dado en llamar solucionismo tecnológico: identifican problemas y se les ocurren líneas de código en Python que podrían solucionarlos. Les recomiendo una incursión por las páginas de To Solve Everything Click Here.

Una ONG, no sé cuál, compró la publicidad en los andamios de un edificio próximo a mi casa. Decía que a 1400 niños les pasaba nosequé cosa mala al año (me acuerdo de la cifra y no de la cosa, lo siento) y exigían una ley para solucionar el problema. Identifican un problema y se les ocurren líneas de texto en el BOE que podrían solucionarlo. Supongo que existirá un adjetivo adecuado a solucionismo que identifique con precisión su particular patología intelectual. Y de paso, una instructiva lectura de la historia, que exisitirá, sobre las distintas leyes sobre vagos y maleantes que han existido y sus correspondientes eficacias.

El problema, en todo caso, es la palabra solución. La gente quiere solucionar. Y solucionar consiste en acabar de raíz con el problema. Los hay perfectamente solucionables, claro: “tengo tres caramelos y me como dos: ¿cuántos me quedan?” Pero los más no son solucionables en el sentido estricto del término. Se pueden paliar mejor o peor sus efectos perniciosos, podemos hacerlos más llevaderos o compensarlos con algún remedio, pero no solucionarlos.

Hace un tiempo se pensó (o algunos pensaron) que el SIDA (y luego el Ébola) iba a acabar con todos. El tema de las pandemias exterminadoras ha quedado inserto en la cultura y aparece y reaparece en el cine, la literatura, etc. La verdad es que los nuevos virus se suman a un ecosistema de agentes patógenos donde están la malaria, la lepra, el cólera, el sarampión, etc. de los que nos defendemos con mayor o menor éxito sin que prácticamente hayamos podido tachar a alguno de la lista (venga, sí, la viruela y, casi, casi, la polio).

De igual manera, los problemas nuevos se integran en el ecosistema de patógenos con los que tenemos que acostumbrarnos a convivir. Hay remedios para hacer más llevadera su morbilidad, pero casi irreal pensar en expurgarlos por completo.

Pero algunos piensan que sí. Y aventuro una posible explicación: por culpa de nuestras matemáticas de la EGB, tenemos grabado a fuego el binomio problema-solución por el que todo problema exige, requiere y, en última instancia, tiene una solución que lo liquida absolutamente. Necesitamos tal vez un neologismo que vincular a problema y que venga a ser una solución para pobres; para pobres que no nos podemos permitir una solución completa y definitiva.