¿Son sostenibles las pensiones en el largo plazo?

Me voy a meter en terrenos pantanosos. El tema que traigo hoy a mis páginas es, sin duda, espinoso. Pero quiero dejar en negro sobre blanco una serie de ideas básicas que se han convertido en el punto de partida de cuanto puedo opinar sobre este tema, la esencia pura del mismo (tal y como yo lo entiendo) antes de que abogados, políticos, financieros, etc., lo compliquen.

Casi todo lo que se lee sobre el asunto está enmarañado de hojarasca de índole legal y, a menudo, ideológica. Me da la sensación de que el punto de partida del razonamiento de la mayoría sobre el asunto viene determinado por su respuesta personal a las dos siguientes preguntas:

  1. ¿Crees (aunque no te conste la evidencia o pueda siquiera definirlo) que el sistema es sostenible?
  2. ¿Te decantas (por razones ideológicas preconcebidas, principalmente) por un sistema público o privado?

Yo prefiero pensar siempre en la siguiente fabulilla:

En un país viven 100 personas que producen y consumen un único producto, patatas. La producción anual de patatas es P. Hoy en día trabajan 60 personas y 40 están jubiladas. Quienes trabajan son los dueños del 100% de las patatas pero, gracias a ciertos mecanismos legales —me gusta llamarlos papelitos— los jubilados expropian alrededor del 40% de ellas y al final, cada persona recibe alrededor de P/100 patatas.

Estos papelitos pueden adoptar diversas formas: pueden ser acciones en las empresas que fabrican patatas; o ciertos derechos acumulados en determinada institución a la que bien podemos llamar Seguridad Social. Pero, al fin y al cabo, no dejan de ser papelitos en los que dice: el Sr. X tiene derecho a Y patatas en la fecha futura Z.

Las proyecciones para el 2030 son las siguientes:

  • Seguirá habiendo 100 personas en el país.
  • Sin embargo, solo trabajarán 40 y habrá 60 jubiladas.
  • La productividad crecerá: esas 40 personas producirán P(1+i) > P patatas.

Es evidente que la situación en 2030 puede no ser peor que la actual: sería posible que todos recibiesen más patatas que en la actualidad. El sistema sería sostenible. Al menos, teóricamente. Ahora bien, haría falta expropiar un porcentaje mucho mayor que el actual de aquellos que producen patatas. Es decir, repartir más papelitos. Sin embargo, la naturaleza de dichos papelitos (es decir, que tengan la forma de dinero guardado bajo el colchón, fondos de pensiones, derechos adquiridos a través de años de cotización, etc.) es de una relevancia secundaria frente a los principales retos, que son:

  • Que efectivamente crezca la productividad.
  • Que efectivamente existan mecanismos que permitan expropiar una cantidad mayor de patatas de quienes las producen.
  • Y, finalmente —una condición no explícita en mi razonamiento anterior y que algunos puedan entender como exógena y tal vez innecesaria pero que para mí no deja de ser importante— que el reparto se haga ateniéndose a criterios de justicia y equidad.