Gráficos e interactividad: una ocasión desaprovechada

Cuando los gráficos son estáticos, los compromisos mandan. ¿Mostramos las diferencias relativas? ¿O las magnitudes absolutas? Ocurre casi indefectiblemente que cuando uno opta por una opción siempre alguien en la audiencia levanta el dedo y sugiere la alternativa. ¿Mostramos ambas a la vez? Entonces abusamos de la usualmente limitada superficie construible de nuestro informe y, además, violentamos ese principio de que lo bué, si bré, dos ve bué.

La interactividad en los gráficos permite superponer vistas diversas de unos datos en un recinto acotado. Pagamos un peaje: tenemos que descubrir nosotros mismos la que más nos interesa y navegar hasta ella. Pero, por lo general, compensa.

Pero igual que se abusa de los mapas, los recursos 3D, etc., la interactividad es otro recurso que en ocasiones, no se justifica. O que se usa inadecuadamente, que no satisface las expectativas que se esperan de ella. A veces se implementa simplemente porque está disponible más que por necesidad o conveniencia. Verbigracia.

En el enlace anterior hay

  • un gráfico interactivo en el que la interactividad aporta poco o nada
  • de barras apiladas usadas con mal criterio
  • cuando un gráfico de líneas sobraría.

La interactividad sobre el gráfico de líneas podría utilizarse para hacer zum sobre las categorías menos frecuentes —pero posiblemente interesantes— y alternar entre medidas absolutas y relativas. Fuera de eso, aporta poco o nada.