Boceto de entrada sobre bits y referéndums

El tema tenía que salir por ser español —y todos sabemos que es recurrente allá— y pasar muchos días al mes en Suiza, país en el que se piensa cuando se habla de referéndums. Más que salir —corrijo— me lo sacan tanto aquí como allá. Así que escribo sobre él. Pero en lugar de una entrada bien articulada, para la que no tengo tiempo, voy a limitarme a esbozar una serie de argumentos, los que, cuando llega el caso y tengo ocasión, pongo sobre la mesa.

Aviso: se notará enseguida que no soy muy amigo del referendo.

En primer lugar, y es lo menos importante, tengo la sensación de que quienes abogan por que los referendos sean un instrumento más (y habitual) de participación política piensan que si el pueblo es consultado, entonces el pueblo opinará lo mismo que piensan ellos. Que si las cosas no se hacen como es de nuestro parecer, es porque los políticos tienen secuestradas las instituciones. Porque nosotros, nuestros amigos, la gente con la que hablamos, etc. pensamos distinto, lo correcto. Pero igual resulta que la gente con la que hablamos es una muestra sesgada de la gente. Que igual hablamos con quienes resulta que piensan igual que nosotros.

(Como los (y las) que opinan que la política sería más amable con más mujeres presidiendo cosas. Sí, pero que no sean ni como Thatcher, ni como Aguirre, ni como Merkel, ni como… ¡carajo!)

Es muy revelador echar un vistazo a los referéndums (federales) habidos en Suiza en el año 2013. De esa página extraigo algunos ejemplos:

  • Modificación de las leyes de asilo que, entre otras cosas prohibiría el derecho a pedirlo en embajadas suizas, etc., y al que se opusieron los partidos de izquierda, etc., aprobada por el 80% de los votantes.
  • Tope salarial en doce veces el salario mímino (un tema que ha resonado en España recientemente): rechazado.
  • Abolición de la mili: rechazada.

Igual en España sucedería al contrario. Pero si lees esta entrada, recuerda: vives en una ciudad, has estudiado (una carrera técnica, además), eres una persona inteligente (¡obviamente!), un poco friqui y… tus ideas son, como consecuencia, muy, muy minoritarias.

Por otra parte, un plebiscito es un mecanismo oneroso para recopilar un único bit de información. Puede que sea un bit importante, más importante que otros, pero un único bit. En Suiza, el año pasado, por ese conducto, el gobierno obtuvo byte y medio de información sobre el parecer de sus ciudadanos. Pero cualquier BOE, incluso en texto, ocupa alrededor de (en orden de magnitud) un mega. Un mecanismo muy ineficiente (¿lo es todo la eficacia?) de recopilar información.

Hay uno mejor y otro peor sin embargo. El peor de la huelga. En particular, la huelga general. Una huelga general pone en peligro un 0.5 % del PIB anual para recoger una fracción (y solo una fracción) de bit de información. A un compañero suizo mío le hacía mucha gracia ese mecanismo seudoplebiscitario de las huelgas generales que le contaba. Las encontraba muy folclóricas. Allá (aquí) no pasan esas cosas.

El que es algo mejor es el de la encuesta. Más económicamente, más a la altura de los tiempos, más asentado en la teoría estadística, es posible sondear la opinión de la gente a través de una muestra. Y sobre más cuestiones (¡más bits!). Que no serán vinculantes, claro (¿claro necesariamente?), pero que no dejan de tener impacto en la cosa pública y el hacer de nuestros políticos.

Finalmente, hay evidencia publicada (cito de memoria y no enlazo a nada porque esto es solo un esbozo) de que la gente acaba por desentenderse rápidamente de los proyectos de democracia participativa, directa, o como se la llame. ¿Nos apetece asumir la responsabilidad de tener que investigar, discurrir y opinar vinculantemente sobre, tomando un BOE al azar, asuntos tales como

  • el reconocimiento mutuo de resoluciones penales en la Unión Europea,
  • la conveniencia de crear el Consejo General de Colegios de Terapeutas Ocupacionales,
  • la actualización el anexo I de la Orden AAA/2029/2014, de 29 de octubre, para establecer medidas específicas de protección en relación con la lengua azul

y otros de análoga naturaleza? La implementación en la práctica de mecanismos de democracia directa iba a resultar un peñazo. Si ni siquiera acudimos a las reuniones de vecinos, ¡carajo!

Y eso es todo. A ver si un día ordeno esos apuntes que he desparramado en los párrafos anteriores y armo una entrada como Dios manda.