El índice de inflación sostenible (que no existe)

La estadística oficial (tal como la entienden el INE y organismos similares) ejercen un, así lo llamamos los pedantes, pernicioso efecto reificador. Me explico: todos tenemos una idea intuitiva sobre lo que significa la inflación, la tasa de desempleo o el producto nacional bruto. Pero la inflación, la tasa de desempleo o el producto nacional bruto son —en realidad y para todos los efectos— lo que nos dice el INE que son: unos números que publican días, semanas o incluso años después de ocurrido el hecho medible.

Es curioso que muchos bancos, institutos económicos, etc. realizan proyecciones y estimaciones de estos indicadores a futuro. Se esfuerzan muchísimo en tratar de adivinar qué sucederá en un año. Pero apenas existen estudios a pasado.

El INE cuenta con una metodología muy concienzudamente calibrada, coherente con la que se usa en otros países de la UE, etc. pero que tiene un vicio de concepción: sigue la evolución del precio de una —y única—canasta de productos fijada en el tiempo (algún uno de enero de algún año de los noventa, imagino). Mide, por tanto, la tasa de inflación de un español medio ideal. Es un concepto muy a la Quetelet; pero no hay que olvidar que el susodicho, padre del homme moyen, lleva ya la tira bajo tierra.

Exagero un poco: existen otros índices de precios (como el de la inflación subyacente o el de los productos industriales), pero nunca he visto el índice de precios al consumo para el jubilado medio. O para la familia con niños media. O para la mujer media. O para el taxista medio. ¡Y estoy seguro de que las canastas de productos típicas de estos colectivos son muy distintas entre sí! A lo más, se distinguen los índices de precios —que no las canastas básicas— por comunidad autónoma, manifestación de esa obsesión española por la territorialidad.

Aunque hay esperanzas. No en todos sitios pasa así. En el Reino Unido, la BBC ha puesto a disposición del público una herramienta para que cada cual pueda calcular su propio índice de inflación personal. Lo mismo ha hecho el INE de allá.

¿Importa todo esto? Entiendo que sí: ¿ha oído alguien a algún gobierno alegar que no es oportuno subir el precio del tabaco porque eso afectaría a la tasa de inflación? Oyéndolo, uno se pregunta: ¿a la tasa de inflación de quién? ¿de los fumadores? ¿de los no fumadores?

Nuestros gobiernos se plantean objetivos estúpidos. Luego se esfuerzan estúpidamente en alcanzarlos. De tan aburrido que estoy, leí una tarde todas las letras (y son muchas) de la nueva Ley de Economía Sostenible. Esperaba encontrar en ella algún apartado en el que definiese estos dos conceptos:

  • Índice de inflación sostenible: una canasta de productos que sobreponderase el consumo en productos tales como coches eléctricos, comida sana, actividades culturales y deportivas (las de hacer, no de las de mirar), etc.
  • Índice de inflación no sostenible: uno en el que se sobreponderase el consumo de tabaco, cocaína, la comida de McDonald’s, los cartones de vino, la gasolina, la prostitución y los ganchitos.

Una política económica dirigida a mantener a raya el primer índice sin miedo a que el segundo se fuera al carajo contribuiría mucho más significativamente, estoy seguro, al bienestar general.

¡Dichosa reificación!